Muchas
compañeras de diferentes partes nos comentaron del aparente aura de
«secretismo» que se percibe en todo lo relacionado con la situación de
las compas y con el caso en sí, y que luego del bombo mediático con todo
lo referente a las detenciones habría que haberse pronunciado. Lo
cierto es que, como ya sabemos, contra la propaganda del régimen y sus
ideólogos, es decir, contra la prensa, poca cosa se puede hacer a modo
de contrapeso; se la puede evidenciar, ver cómo van tejiendo sus redes, y
cómo codo a codo con el Estado van haciendo un hueco a llenar con el
siguiente enemigo interno: islamistas, independentistas gallegos,
animalistas acusados de abrir más jaulas de la cuenta, anarquistas…
Éstos —los que no quieran pasar por la ortodoxia del clero que dice
representarlos o que marca la manera correcta (es decir democrática,
legal, etcétera)— serán los que llenen el vacío dejado por ETA, vacío no
sólo como enemigo interno que alimenta todo un arsenal burocrático,
represivo y judicial, el llamado antiterrorismo (una institución en sí
misma que se niega a desaparecer y por tanto ha de demostrar su
necesaria existencia y eficacia), un vacío que también se notaría en las
celdas por llenar y en las páginas de prensa, que dejaría espacio a
otras preocupaciones en la cabeza de los lectores; poco importan los
desahucios, que millones de personas no tengan forma de buscarse la vida
—ni siquiera en los canales de la esclavitud laboral—, que los
políticos se llenen las arcas y se rían en nuestra cara. Hay fantasmas
muy peligrosos, nos dicen, a los cuales realmente temer: los
inmigrantes, los terroristas, etcétera.
Quienes hayan visto las noticias
aquellos días recordarán toda la carga xenófoba con la que estos
apuntaladores de lo existente con palabras, los periodistas e ideólogos
del régimen, calificaron a nuestras compañeras. Las intenciones son
evidentes: generar falsos mitos. Nos hablan del “triángulo
mediterráneo”, de que “son gente de fuera”, de aquellos “extranjeros y
extranjeras que vienen a hacer cosas malas”, de “anarquistas malos que
vienen de fuera” y de “anarquistas griegos e italianos que vienen a
instruir a los y las de aquí”, etcétera. Lo que son incapaces de
reconocer estos “expertos” de la mentira es que en el Estado español
existe una larga tradición —por llamarla de alguna forma— anarquista,
grande, diversa y fluctuante, pero casi tan antigua como el anarquismo
mismo: desde las luchas de los libertarios andaluces, los ecos de la
propaganda por el hecho, la Semana Trágica de 1909, la Revolución de
1936, la guerrilla antifranquista, las millones de personas en la
barcelona libertaria de 1977, el anarcosindicalismo, todos momentos y
sucesos que dejan claro que aquí no es nada nueva la identificación con
las ideas y las prácticas ácratas.
Con respecto a la investigación
contra nuestros compañeros y compañeras detenidas, se encuentra cerrada,
lo cual no quita que nuevas pruebas puedan aparecer de la noche a la
mañana. Lo que también sabemos es que existe otra investigación abierta
que al parecer busca crear una organización anarquista internacional,
con un fuerte acoso a varias compañeras. No tenemos ni idea de por dónde
nos sorprenderán ya que hemos visto en estos últimos meses que la
capacidad inventiva policial es bastante ilimitada, ni tampoco sabemos
si las últimas detenciones en Galicia forman parte de esta trama. No
negamos las existencia de “relaciones internacionales”, ni que las
anarquistas se muevan —como el resto de las personas— en un mundo que en
gran parte te obliga a moverte aunque no lo quieras; incluso también
viajamos en busca de complicidades, no vamos a negar una evidencia, pero
sí nos negamos rotundamente a reconocer la existencia de esa
organización ficticia estructurada que a la policía y a los jueces les
encanta imaginar. Una vez más intentan buscar elementos que encajen con
sus teorías, aunque su figura geométrica necesite deformarse y añadir
más ángulos. Lo que si hemos visto con nuestros propios ojos ha sido la
colaboración (o simple paripé) entre las policías y autoridades
chilenas, españolas e italianas, hemos visto sus ruedas de prensa, sus
apretones de manos y sus elogios y nos dio asco. La única organización
terrorista internacional que conocemos, que sabemos de su existencia es
la de los Estados y sus instituciones.
De la herencia que nos ha dejado la
religión, de la laicización de conceptos que han ido más allá de la
religión misma, son la noción de culpa y de castigo los que más
arraigadas en nosotras se encuentran. “Si no han sido ellxs, ¿por qué no
lo dicen?” dicen unas voces ingenuas. Otras menos ingenuas hablan del
hecho concreto del que se les acusa para negar la solidaridad. Ambas
actitudes apuntan con su dedo acusatorio y policial —conscientemente o
no— hacía algún sitio (ya decían nuestras madres que era una mala
costumbre apuntar con el dedo a la gente). Todas las acciones son
discutibles, incluso aquella por la que las compas se encuentran
imputadas, pero entre nosotras, entre compañeras, de una manera seria,
consciente y para sacar conclusiones que favorezcan a la continuidad de
la lucha. El machaque mediático buscó, desde un primer momento, minar el
posible camino de la solidaridad, para crear una brecha y un vacío,
para separar. Más duros que los paneles de hormigón que componen las
prisiones es el vacío que genera la insolidaridad. Lamentablemente en
parte se encontraron con un terreno abonado por nosotras mismas: otra
vez los anarquista buenos y los malos, los insus y los sociales, los
culturales y los de acción, y un largo etcétera, apoyándose en una falsa
separación, una falsa dicotomía inexistente y proveniente de un
análisis simplista y superficial en nuestra opinión, que lo único que
hace es enfrentar los diferentes frentes de la lucha anarquista.
La prensa y la policía emitieron
claros mensajes al respecto: “Si osáis intentar subvertir el orden
establecido os encerraremos, publicaremos vuestras caras y nombres[1], y
os trataremos como lo que sois, como terroristas”, “si os solidarizáis
con las que hacen estas cosas o están acusadas de hacerlo también seréis
tratadas como terroristas”, etcétera. Y si como de un duro padre
corrector se tratase, la mano amenazante de éste finalmente es más
efectiva que el golpe. Pero, ¿y si aprendemos a enfrentarnos al golpe
para que nos haga el menor daño posible?
Si nos negamos a solidarizarnos con
aquellas de cuyas acusaciones no estamos de acuerdo, es decir, con
quienes no compartimos las acciones de las que se les acusan, estamos
legitimando la voz del Estado y afirmando las acusaciones, estamos
entrando en un terreno que no es el nuestro sino el de nuestros
verdugos. Más allá de lo que pensemos sobre los hechos, estamos
convencidas de que la solidaridad nunca debe ser vista desde un punto de
vista moral, punto de vista muy influido por los medios de
comunicación, y también, desde la óptica completamente inversa no
creemos que la validez de una acción cualquiera haya que verla en
relación a un código penal, desde lo dura que pueda ser una sentencia.
Las leyes y la moral (que implícitamente también genera leyes) dejémosla
a los jueces, a los curas, a los lagrimeros periodistas, a las que
tienen miedo de sí mismas. Y de la rabia de las oprimidas.
La comunicación directa con nuestras
compañeras encarceladas ha sido difícil desde el principio. Sabemos que
están bien de ánimo y fuertes. Están recibiendo cartas (algunas de
ellas tardan mucho en llegar) y sólo pueden enviar dos cartas semanales,
una de las cuales es para comunicarse entre ellas. Francisco está
recibiendo visitas, pero lleva semanas sin ver a otros presos porque se
ha quedado sólo en el módulo. Hace unos días le han notificado que le
aplicarán también el art. 10 (FIES 1) y que será trasladado a Córdoba.
Mónica después de haber estado en observación, sola en ingresos, y sin
dieta vegetariana, se encuentra en Brieva (Ávila) bajo el art. 10, en un
módulo junto a 4 presas políticas y 8 presas comunes. Aún no tiene
visitas (ya que los burocráticos trámites se han de volver a hacer cada
vez que hay un traslado) pero sí que puede hacer algunas llamadas
telefónicas.
La detención y encarcelamiento nos
han sacado a flote algunas cuestiones: ¿cómo expresar la solidaridad?,
¿cómo hacer que no sólo sean aquellas personas más cercanas a las
detenidas/imputadas las que tengan que cargar con todo?, ¿qué significa
el FIES para los presos anarquistas y qué podemos hacer?, ¿cómo no
claudicar ante el chantaje de la cárcel y su sombra?
Hemos abierto un correo para que
aquellas que quieran saber más sobre la situación de Mónica y Francisco
puedan escribir. También estamos juntando dinero para los gastos
actuales y futuros, ya que seguramente la prisión preventiva la tendrán
que cumplir completa hasta que sea el juicio y todas sabemos los gastos
que supone esto.
Cualquier duda, aporte, crítica, pregunta: solidaridadylucha@riseup.net
No dejaremos sola a ninguna. Si
tocan a una nos tocan a todas dice una frase que nos encanta gritar. A
ver si la podemos poner en práctica.
¡Libertad y solidaridad!
[1] Sin olvidar que hacen lo mismo
cada día en la prensa con otras personas, que finalmente las que estamos
pendientes de este hecho en sí somos las afectadas, el resto de la
gente se olvida y pasa a pensar en noticias más frescas.
EXTRAIDO DE CNA