Toda la “operación policial” se vio envuelta en un alto grado de
sensacionalismo mediático, haciendo mucho hincapié la prensa en la
peligrosidad de los detenidos (publicando incluso sus fotos pese a estar
prohibido por el código deontológico periodístico), en su pertenencia a
una organización terrorista con un nombre más largo que el de una peli
de Almodóvar y en la peligrosidad y el carácter internacional de la
misma, pobre imitadora de Al-qaeda. Claramente la prensa estaba haciendo
público lo que los mandos policiales les decían que tenían que
publicar. Cumpliendo su papel, trataban de crear un clima de miedo y
alarma entre una población cuyas preocupaciones no son las de la suerte
de una iglesia o las de morir en un atentado anarquista, sino las de las
consecuencias cotidianas más crudas del despojo capitalista y las
agresiones del Estado.
Si terrorista es quien infunde terror, los mass media no le van a la zaga a Al-qaeda.
¿Qué decir ante esta situación? Simplemente que la tradición
anarquista siempre fue fértil en sus ataques y defensas contra el poder,
de palabra y de obra, mediante los explosivos, sí, pero también
mediante las huelgas, los ateneos o las publicaciones. Siempre quiso
construir un mundo sin gobernantes ni gobernados, sin explotación ni
opresión, y por lo tanto, siempre quiso destruir este mundo de la
autoridad, la miseria y la infamia, dado que es totalmente incompatible
con la libertad.
Pese a lo que diga el estado y la prensa, pese al conductismo y
pacificación sociales aplicados mediante el civismo y otras ignominias
anestesiantes para que la población trabaje, consuma y calle, la lucha
contra la dominación continúa por los medios que sean necesarios, que
por violentos o duros que puedan ser no le llegan ni a la suela de los
zapatos a la ultraviolencia sistemática del estado y del capitalismo,
que condenan a la explotación, al hambre y a la muerte a miles de
millones de personas.
¿Qué decir de la iglesia católica? Artífice de miles de muertes, y
de adoctrinar y aterrorizar desde la infancia millones de mentes, de
dictar sus aberrantes ideas sobre millones de cuerpos, de hacer negocio
con la pobreza y el sufrimiento. Una organización jerárquica del terror y
la represión como es la Iglesia (de cualquier tipo) no nos merece
ninguna lástima cuando es atacada.
¿Qué decir de la monarquía? Parasitaria institución que vive, como
la Iglesia, a nuestra costa y que cohesiona el estado y el ejército,
aparatos de represión y autoridad. Las desdichas de la casa real no nos
pueden ocasionar llanto alguno.
¿Qué decir de los bancos, empresas, políticos…? Su destrucción sólo podríamos recibirla con una sonrisa de felicidad.
Pero nunca se menciona la injusta y cruel cara inherente a nuestros
enemigos. Como no podía ser de otra forma, el orden ha de ser mantenido
y los factores del desorden aislados y combatidos. Nada más lógico por
parte del estado, del capitalismo y de sus lacayos. Es su deber. El
nuestro, nuestro deber auto-impuesto es apoyar a nuestr@s compañer@s y
seguir luchando hasta que no quede piedra sobre piedra en el edificio de
la autoridad, hasta que no quede cárcel alguna en pie, hasta que no
quede nunca más quien le diga a otro lo que tiene que hacer.
Toda la solidaridad con l@s detenidxs de Barcelona, así como tod@s
los comp@s perseguidos, encarcelados, represaliados a lo largo y ancho
del globo terráqueo.
Muerte al estado y que viva la anarquía
anarquistas de barcelona
Para escribir a l@s compañer@s:
Mónica Andrea Caballero Sepúlveda
CP Madrid VII Estremera
Crta. M-241 km 5,750
28595 Madrid
Francisco Javier Solar Dominguez
CP Madrid IV Navalcarnero
Crta N-V km 27,7
28600 Madrid
EXTRAIDO DE MATERIAL ANARQUISTA
LIBERT(A)D A LOS PRESOS POLITIKOS
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