Esta campaña nace de la inquietud de un grupo diverso de compañeros y
compañeras (anarquistas y no anarquistas) ante el clima actual de
linchamiento mediático y político, originado por la constante (y no
nueva) campaña de criminalización en contra del pensamiento, grupos y
personas anarquistas, llevada a cabo desde el Gobierno de la Ciudad de
México, y los medios masivos de comunicación, que se ha intensificado a
partir de las últimas movilizaciones sociales.
Sabemos que no es la primera vez en que un gobierno emprende una
campaña de criminalización en contra, ni del anarquismo en particular,
ni de otras formas y propuestas de transformación social, y luchas
sociales concretas. Entendemos estas campañas como una herramienta del
sistema para enfrentar la diversidad de ideas, movimientos y
reivindicaciones sociales que se oponen y enfrentan a sus dictados
políticos y económicos, y nos parece preocupante que el discurso
construido desde las esferas de poder, y emitido por los medios masivos
de comunicación pueda replicarse entre la gente y los movimientos
sociales.
Ante esto, es que nace esta propuesta de hacer una pequeña campaña,
por medio de materiales de audio y vídeo, con todas las limitantes
nuestras y propias del proyecto, no para apelar a la interlocución con
el Estado, medios de comunicación o “intelectuales” y periodistas que
durante los últimos días han chorreado tinta, desde todos los sectores
de la “clase” política mexicana para engrosar esta campaña en contra del
anarquismo, sino dirigiéndonos hacia la gente, la de la calle y los
movimientos sociales que suelen replicar estas imágenes, estigmas y
discursos sin detenerse a reflexionar sobre los objetivos de estas
estrategias del poder político y económico para combatir pensamientos y
movimientos sociales, propuestas revolucionarias, organizaciones y
personas específicas.
Para empezar, tenemos que expresar que entendemos al anarquismo como
un conjunto de propuestas, políticas, sociales, económicas,
organizativas, con una diversidad de estrategias de lucha, en busca de
construir otra forma de relaciones sociales, donde la explotación
económica, y la dominación política no tienen cabida, en suma una
propuesta revolucionaria en contra del capitalismo y en contra del
Estado, que imponen la opresión social.
Las propuestas, ideas, organizaciones, acciones y movimientos
anarquistas han estado presentes, estrictamente hablando desde mediados
del siglo XIX y han sido de vital importancia en los procesos
revolucionarios, donde los de abajo, los explotados y dominados se han
levantado para terminar con ese “destino” que desde arriba se les
impuso, teniendo una fuerte importancia histórica en la lucha contra la
dominación y explotación, la historia de diferentes pueblos y procesos
de lucha no se pueden entender si se olvida esta propuesta concreta,
pero el anarquismo no se quedó solo en aquellas historias de lucha del
siglo XIX y XX, a pesar de los esfuerzos por erradicarlo, silenciarlo y
condenarlo al olvido.
La explotación y la dominación, en contra de la que se levantó el
anarquismo y otras ideas de lucha social, sigue estando presente, sigue
estrangulando a la humanidad y al mundo mismo, sigue imponiéndose por
medio de toda la violencia y brutalidad inherente a la dominación,
política, económica o de cualquier otro tipo. Dicha explotación, y
dominación se impone a partir de la violencia que ejerce el sistema como
forma de implantarse sobre los pueblos, hombres y mujeres, mediante sus
instituciones, cuerpos policiacos, militares, paramilitares.
La violencia nace de una dinámica económica y política que despoja a
la gente de la posibilidad de acceder a una vida digna y plena, donde
seamos dueños de nuestro trabajo, decisiones, procesos colectivos e
individuales. Asumimos, que ese es el origen de la violencia social: el
despojo, la explotación, la exclusión, y la opresión que se ejerce sobre
las sociedades, una violencia a veces sutil, otra brutal, de la que
esos medios de comunicación no hablan, y la presentan como la
“normalidad” social a la que estamos “destinados”.
Ante esta violencia, encarnada en las instituciones estatales, y su
dinámica política y económica, se han levantado diversas propuestas,
proyectos, pueblos, reclamando los derechos que no se enmarcan en
ninguna ley, ni institución, se han enarbolado luchas en contra de esas
instancias que imponen la dominación social, política y económica, que
no han cesado, que siguen estando presentes, cada una con sus
especificidades, y con divergencias entre unas y otras. El anarquismo es
una de estas propuestas específicas (y diversa dentro de sí misma), que
se mantiene luchando en contra del sistema político y económico, no
para reformarlo, sino para transformarlo radicalmente.
La violencia estatal y económica es el medio por el cual se impone la
dominación sobre el conjunto de los grupos humanos, y por la cual el
sistema combate las diferentes ideas de transformación social que le son
incómodas. Más allá de discusiones sobre el uso de la violencia como
herramienta lucha, entendemos que ésta es el medio por el cual se hace
frente, sea ofensiva o defensivamente, a la otra violencia original: la
del sistema político y económico.
El uso de la violencia como herramienta de lucha, no ha sido
exclusivo del anarquismo, diferentes han sido los movimientos y
propuestas, que desde sus propias dinámicas y concepciones han hecho uso
de ella, para enfrentarse a la dominación y explotación, más allá de no
ser exclusiva del anarquismo, tampoco es su eje central, como esta
campaña de criminalización pretende hacerlo creer.
Es decir, los medios de comunicación, los gobiernos presentan la
violencia ejercida ofensiva o defensivamente por los movimientos y
propuestas sociales como si sólo fuera “violencia por violencia”,
despojando a los movimientos que la usan de todo su sustrato de ser
propuestas sociales, políticas, económicas emancipadoras, y haría falta
decir, tampoco está presente en todas las expresiones del anarquismo.
El sistema, utiliza la violencia que responde a su violencia para
justifica su propia violencia, intentando construir una imagen social
del luchador, anarquista en este caso, equiparándolo a ser un
“delincuente”, para que la gente asocie a los movimientos, ideas, grupos
y personas como “malos” y perjudiciales contra la “sociedad”. Enmascara
la violencia oficial, intenta caricaturizar las ideas, manipula las
imágenes, palabras, y acciones, estigmatiza formas de vestir, de pensar y
de actuar, para intentar esta justificación.
En suma, plantea que las acciones de lucha son un “delito”, partiendo
de un concepto jurídico que es uno de los pilares de la justificación
social del Estado, intentando que la gente identifique al grupo
señalado, y a cualquier otro que se movilice fuera, e incluso dentro de
los márgenes del sistema como “delincuentes”.
El concepto de delito, parte de aquello que el sistema plantea como
tal, es decir, las leyes y delitos son establecidas por ellos mismos,
siendo un acto o conducta específica que es señalada por las
instituciones, grupos de poder político y económico como tal, siendo
todo aquello que ellos decidan.
Esta construcción jurídica, tiene que justificarse socialmente, para
lo cual se cuenta con un amplio aparato institucional y mediático que se
encarga de construir esta noción dentro del ámbito social, emitiendo
mensajes donde el delito (acto contrario a la ley) y el delincuente (el
ejecutor del acto), son “monstruos” a los que hay que combatir con todo
el aparato de Estado, porque “dañan” la vida social.
Esta campaña constante de criminalización del anarquismo en
particular, y de cualquier planteamiento, propuesta, idea de lucha,
cualquier organización, proceso colectivo, descontento, que le sea
perjudicial al sistema, intenta que la gente identifique a quienes
luchan, se organizan, resisten, se levantan y sus ideas como “delitos” y
“delincuentes”, justificando con esto toda la represión que el sistema
utiliza, en contra del grupo particular, de las luchas en general y de
las poblaciones en última instancia.
Al caracterizarnos como “delito” y “delincuentes”, el sistema intenta
que socialmente se construya una imagen donde luchar desde cualquier
ámbito, e idea se pueda equiparar a actos tales como asesinar, violar,
agredir, intentando despojar a las propuestas, grupos, organizaciones,
ideas, luchas y personas de sus sustratos, de su carácter de lucha, de
sus propuestas organizativas, sociales, políticas, económicas, de sus
críticas contra el sistema y la dinámica imperante de explotación,
despojo, dominación.
Ante esto, creemos y asumimos importante reivindicar las ideas de
lucha, sus propuestas, sus organizaciones, grupos y personas, fuera de
esa concepción de “delito” que se implanta entre la gente, y como lo que
son, propuestas de lucha en contra de la explotación económica, la
dominación política, social, cultural, en suma propuestas
transformadoras, emancipadoras.
Esto lo asumimos, sin pretender hablar por ningún grupo o tendencia
anarquista o de cualquier otra forma de pensar y luchar, sino desde
nuestro particular entendimiento, buscando con esta limitada contra
campaña, dar un poco de difusión de lo que es el anarquismo de manera
general, y llamando a la gente, a los movimientos a no replicar los
discursos construidos desde el poder político y económico, pues
entendemos que la actual criminalización contra el anarquismo, en el
fondo es la criminalización del descontento, de la organización, de la
rabia que este sistema de explotación y dominación genera.
Campaña contra la criminalización del anarquismo
Salud, organización y lucha
México, Octubre 2013.
EXTRAIDO DE ALASBARRICADAS
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