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domingo, 27 de octubre de 2013

Sobre los recientes golpes represivos contra los anarquistas y antiautoritarios en el territorio belga

Entre el colapso frente al poder o perecer en el canibalismo social y la lucha sin restricción por lo que hace arder nuestros corazones, no hay duda acerca de los caminos que vamos a seguir subiendo.
 
por Individualidades anarquistas / RP
Los hechos
Desde hace varios años se sucedieron diferentes momentos en los que anarquistas y antiautoritarios fueron presionados en el territorio belga; los allanamientos que tuvieron lugar en septiembre de 2013 en tres domicilios en Bruselas, Gante y Lovaina fueron el último episodio. A fines de mayo, otras tres viviendas y la biblioteca anarquista ‘Acrata’ ya fueron registradas. Estas iniciativas de la jueza de instrucción Isabelle Panou se realizaron en el marco de una investigación sobre "organización terrorista, conspiración e incendio voluntario". Esta investigación fue abierta en el 2008, pero las fuerzas represivas no se limitaron a esos allanamientos. Más de una vez intentaron reclutar soplones para espiar actividades de anarquistas y antiautoritarios. Han recurrido a "los métodos excepcionales de investigación ", por ejemplo, colocando cámaras ocultas en el apartamento de dos anarquistas de Bruselas. También llevaron a cabo seguimientos, escribieron informes sobre la "amenaza anarquista", organizan acosos administrativos para complicarles la vida cotidiana a los compañeros, pasan información sobre individuos a servicios policiales de otros países, envian notificaciones para interrogatorios, publican calumnias en la prensa y así sucesivamente. Varios compañeros también han conocido estancias de varias semanas detrás de la rejas. En síntesis, si colocamos todos estos hechos en un contexto más amplio, es fácil comprender que la represión intenta por distintas vías frenar y paralizar los pensamientos y acciones que buscan destruir este mundo de autoridad.
Sin embargo, esto no nos lleva a hablar de un duro clima muy represivo, como se puede ver en otros países. Seamos claros: ese definitivamente no es el caso. Además, no hay nada sorprendente o especial en el hecho de que las fuerzas de seguridad tienen malas intenciones hacia los enemigos de la autoridad.
La investigación aparentemente trata sobre la lucha, agitación e iniciativas de mayor o menor intensidad: la lucha contra las cárceles y la solidaridad con las revueltas dentro de ellas, la lucha contra la construcción de un nuevo centro de detención para inmigrantes en Steenokkerzeel y en contra de la máquina de deportación, iniciativas y ataques contra las venas de la ciudad-prisión (la construcción de la Red Express Regional, alrededor de Bruselas y el transporte público en general), la agitación contra los agentes justiciales, contra la OTAN y su presencia en Bruselas, contra las instituciones europeas y los eurócratas, o incluso la lucha contra la construcción de una macroprisión en Bruselas...
¿Dónde estamos nosotros?
Podemos rompernos la cabeza analizando las maniobras represivas del Estado, pero más nos interesa seguir centrándonos en lo que pensamos, lo que queremos y lo que pensamos hacer para criticar este mundo de mercancía y poder, para fomentar el cuestionamiento y el rechazo, para difundir la revuelta contra todo lo que nos oprime. En los últimos años luchas han visto la luz, a pesar de que a menudo se llevaron a cabo en circunstancias no necesariamente muy favorables, y que fueron rodeadas de una resignación generalizada. Ideas corrosivas fueron difundidas, discutidas y compartidas. Los trayectos de lucha y rebelión están salpicadas con cientos de acciones, ataques y sabotajes – de toda clase, pero siempre hostil al poder. Complicidades fueron forjadas, solidaridad fue expresada, afinidades fueron profundizadas y en ocasiones vimos quiebres en el hormigón de la opresión y subyugación.
No hace falta mencionar que la profundización y el afinamiento de las ideas anarquistas en estas regiones no escapó a la atención de perros guardianes. Las críticas a la fijación cuantitativa y el fetichismo de la organización formal, el rechazo de toda mediación y representación política han contribuido a la aparición de espacios autónomos, informales y de afinidad, donde las ideas intentan ir mano a mano con la práctica y la ofensiva. Así cada unx de lxs compas empezó a abrir su camino para entrar en combate contra la autoridad, luchando contra la lógica politiquera, negándose a dejarse paralizar por la espera, y armando su cerebro y sus manos para destruir lo que es simplemente inaceptable. Es el amor pasional e individual entre la idea y la voluntad, entre el deseo y la crítica que les incentiva a actuar y dar contra a las estructuras y los agentes de la dominación en el momento y de la forma que les parece correcto y adecuado, mientras proponen el sabotaje y el ataque como medios que están al alcance de todos los que quieren luchar por la libertad.
Estxs compas han encontrado a veces a otros rebeldes en la calle o durante revueltas compartidas; otros insumisos que luchan a su manera contra lo que los oprime. Si algo teme el poder, es sin duda la posibilidad de un contagio cada vez más amplio de ideas y prácticas, el reconocimiento mutuo entre rebeldes e insurgentes, el encuentro entre diferentes rebeliones (en las cárceles, en los barrios, en los campos de trabajo, en los centros cerrados, en los campos educativos, en los campos de recreación, ...) que todavía interrumpen de vez en cuando la pesadilla de una vida desgastada en el trabajo, el consumo, someterse y dormir.
¿Donde están ellos?
Sería absurdo no poner en un contexto más amplio la presión sobre los anarquistas y antiautoritarios, sus ideas y agitación. Si nos fijamos en el ejemplo de Bruselas, capital de la Unión Europea e intersección de las relaciones internacionales, se puede ver claramente cómo el Estado y el capital se comprometen a intensificar sus esfuerzos para perpetuar las relaciones sociales de explotación y opresión, adaptando el ambiente a las necesidades de la economía y el poder, transformando la ciudad en una cárcel al aire libre para controlar las revueltas y el disgusto de una vida miserable. Los proyectos de construcción de la prisión más grande de Bélgica en la región de Bruselas o del cuartel general de la OTAN, la ampliación del uso de cámaras de vigilancia y de la red represiva (nuevas comisarías, más uniformes de todo tipo en la calle, la militarización del transporte público, operaciones policiales espectaculares en los barrios pobres) van de la mano con una política pensada y planificada de contención o gentrificación de los barrios populares, de la reurbanización de la ciudad por grandes proyectos inmobiliarios y centros comerciales, la ampliación de la zona europea y los servicios para los eurócratas, los diplomáticos y los capitalistas, la construcción de nuevas ejes de transporte, como el RER, para facilitar la circulación de mercancías y mercancías humanas. No sería exagerado hablar de una intensificación de la guerra que el poder lleva a cabo desde siempre contra las capas inferiores de la población.
A pesar de su arrogancia el poder se da cuenta de sobra que también hay riesgos en términos de tensiones y revueltas o incluso de explosiones incontrolables como hemos visto en los últimos años en otros países. A pesar de la propaganda estatal y de la adicción al comercio, a pesar de la intoxicación tecnológica y el aumento del adormecimiento, el fantasma de la insurrección no es simplemente una cosa vieja del pasado.
Tímidamente, el fantasma reaparece en las mentes y los corazones de los que están hartos de someterse. Es por esto que el Estado, tanto aquí como en otras partes, dirige su atención represiva a aquellos que hablan de insurrección y que persisten en pensar en primera persona y actúan para socavar el edificio podrido de la sociedad autoritaria. Claramente es por qué el Estado intenta silenciar a los que hablan de revuelta y libertad, de solidaridad y revolución. Es por eso que el Estado podría considerar útil poner a algunos insurgentes tras las rejas; por un lado para contener su capacidad de causar daños con palabra y la acción, y por otro lado para asustar a todos los demás.
Jamás inocentes
En estos momentos de presión represiva nuestros pensamientos se dirigen inmediatamente a los muchos compañeros que se encuentran tras rejas en otras partes del mundo, a los rebeldes que fueron asesinados por el poder, a los que luchan diariamente contra el monstruo estatal y capitalista, los objetores de las reglas de esta sociedad podrida que mantienen alta la cabeza, tanto en los calabozos de las mazmorras y en los pasillos de la cárcel-ciudad. Esto nos ayuda a comprender que nunca habrá comprensión o tregua entre los que luchan en contra de la reducción de nuestras vidas a la de esclavos de la mercancía, la autoridad, el trabajo, los campos de castigo y aquellos en el poder y sus defensores. En este sentido, jamás podemos ser inocentes .
La amenaza de la cárcel puede ser combatida, pero también se trata de rechazar obstinadamente las invitaciones del poder, igual o incluso más decididamente cuando nuestras luchas y pensamientos atraen la atención nefasta de los defensores del orden. Para nosotros luchar en contra de la represión forma parte de nuestras revueltas y luchas, y sabemos que el compromiso o aceptación (aunque sea temporal o por las circunstancias) de las mediaciones o de los pragmatismos políticos neutralizaría la carga subversiva de nuestras ideas y prácticas. No se trata de una actitud de sacrificio o de martirio, sino de la búsqueda de una coherencia entre el pensar y el hacer del cual nadie será capaz de disuadirnos.
Como decían en un texto compañeros uruguayos que últimamente también tienen que lidiar con la represión: donde miran, los defensores del orden siempre se buscan a sí mismos .. Donde hay tensión subversiva, afinidad, solidaridad e individualidad, ellos buscan organizaciones estructuradas, jerarquía, jefes y estrategias políticas. Donde hay sabotaje y rechazo, violencia revolucionaria y rebeldes furiosos, auto-organización e iniciativa individual, ellos hablan de una amenaza terrorista que debe ser frenada y de asociación delictiva. Cuando en realidad son ellos los que aterrorizan a los explotados y oprimidos, son ellos los que día a día amenazan a la gente para que se queden en las filas, son ellos los que tantas vidas sacrifican en el altar de la ganancia y del poder. En realidad, no son capaces de entender las ideas anti-autoritarias, porque para entender los pensamientos y los deseos de alguien tuviste que haberlos tocado, sentido o imaginado por lo menos alguna vez. Ya que su único horizonte es el poder, la ley y la autoridad, siempre serán ciegos en las regiones de la anarquía y la subversión. Frente a la negativa de los compañeros de colaborar de la manera que sea con la contribución a su represión, frente a la actitud de desprecio hacia los que defienden el orden establecido, los perros guardianes quedarán muy solos en su universo represivo. Seguro esto no los detendrá para dar golpes, pero tendrán que gatear ciegamente en áreas hostiles donde nadie quiere comunicarse con ellos, mientras que el diálogo siempre será abierto con los rebeldes y los posibles cómplices en la lucha contra toda autoridad.
No abandonamos nada
La represión también puede implicar el desaliento y el miedo, pero preferimos tender hacia la confirmación de nuestras ideas y prácticas.
Estamos aquí y no abandonaremos nada. Mientras mantenemos silencio contra el poder, queremos, sin embargo, dirigir algunas palabras de apoyo y de solidaridad a todxs lxs compas y rebeldes. Permanescamos en el camino del conflicto, reafirmemos nuestra elección para la revuelta y el ataque, sigamos quitando la máscara del fantasma de la paz social. El poder quiere convertir todo en un cementerio social, nosotros seguiremos ardiendo en la oscuridad de las relaciones alienadas y autoritarias, nos seguiremos emborrachando en la interrupción de la monotonía que el poder quiere imponer, en este mundo muerto seguiremos distribuyendo el virus de la revuelta y la voluntad de vivir.
Entre el colapso frente al poder o perecer en el canibalismo social y la lucha sin restricción por lo que hace arder nuestros corazones, no hay duda acerca de los caminos que vamos a seguir subiendo.



EXTRAIDO DE ALASBARRICADAS

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